esferas-payaso
1990 – 1991

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En el curso de sus investigaciones, Jusidman descubrió a los payasos, que utilizan maquillaje para acentuar y distorsionar lo natural con el afán de crear algo nuevo, deseable y divertido. John Berger dijo alguna vez de Picasso que sus obras actúan como payasos, exagerando las cosas y el mundo “para hacernos reconocer nuestro ambiente contemporáneo en la parodia de un espejo que distorsiona”. Embarrados burlonamente sobre la superficie de la esfera, los payasos de Jusidman aparecen aún más extraños que los payasos reales, a pesar de sus dispositivos para frustrar el ilusionismo. Cuando se cuelgan de alambres y se los pone a girar, sus gestos retorcidos se aceleran y se alentan según avanza la distorsión. Derivadas de fotografías de archivo de payasos famosos, estas obras funcionan de modo similar a los paisajes de Jusidman. El legado de la pintura le sobrevive a la persona que se halla detrás de ella, y continua funcionando mucho tiempo después de la desaparición de su referente de carne y hueso.
—David A. Greene, Yishai Jusidman y el reencantamiento de la pintura,, 1995

Las Esferas-payaso exploran el asunto de la descripción pictórica de manera análoga al trata – miento del espacio pictórico en la serie El astrónomo. Imágenes de payasos gesticulantes se estiran alrededor de las superficies curvas por medio de cuadrículas, las cuales pueden notarse en algunos de los soportes de madera. Las esferas han de rodearse para que la imagen sea revelada de lleno. Durante el proceso de conformar un entendimiento visual de la representación, nuestras habilidades ópticas, motoras e interpretativas se ponen en marcha simultánea – mente. La imagen completa nunca es abarcada en nuestras retinas, sino que tiene que acoplarse en nuestra mente. Sólo entonces apreciamos la complejidad dimensional del extraño encuentro entre los espacios pictórico y físico que estos payasos habitan. Uno puede derivar la carga psicológica de tales pinturas a partir de las tensiones entre la forma, el tema y la presentación. Esta carga, a su vez, le pertenece propiamente a las pinturas, pero se resuelve y reside en la mente del espectador.
—Yishai Jusidman