Pintura por decreto

(09-Dic-1998).-
Cinco continentes y una ciudad, Salón Internacional de Pintura.

Museo de la Ciudad de México. Pino Suárez 30, Centro Histórico.

Hasta el 28 de febrero de 1999.

El Gobierno perredista del DF no ha escatimado en recursos ni esfuerzos para montar una muy ambiciosa y aparatosa muestra de arte de vanguardia que pareciera querer instrumentarse como un resonante coscorrón sobre las cabezas de los cuerpos federales de la cultura. Para empezar, las salas coloniales que ahora albergan al evento se remozaron sin pomposas estilizaciones arquitectónicas, proporcionando un entorno pulcro que favorece al arte contemporáneo. El Museo de la Ciudad se une al reducido grupo de espacios locales propicios para la apreciación del arte reciente, lo cual es motivo para agradecer a quienes corresponda. Sin embargo, la perspicacia que guió este rescate museístico no parece haberse aplicado en la muestra inaugural.

Alejandro Aura, director del Instituto de Cultura de la Ciudad de México, encargó a la artista Marta Palau la implementación del salón de pintura. Ella designó a seis curadores quienes a su vez se repartieron la selección de 15 artistas mexicanos y tres más por cada continente. Este enarbolado modus operandi, supuestamente a repetirse año con año, habla ya de un deseo de insertar a la Ciudad de México en el mapa del circuito internacional del arte contemporáneo, en el cual sólo Sao Paulo y La Habana figuran como destinos en Latinoamérica gracias a sus bien cimentadas bienales. Desgraciadamente para nuestra comunidad artística, Cinco continentes no cumplirá con esta aspiración, al menos no en su presente formulación, pues de entrada delata demasiadas debilidades tanto conceptuales como operativas. Hago énfasis en tres de ellas:

1) En su presentación del catálogo, Palau lanza la cuestión que la muestra busca atender “… ¿Qué pasa con la pintura en Africa, América, Asia, Europa, Oceanía?”, y asume que al importar tres representantes de cada continente daremos por satisfecha nuestra curiosidad. No sólo resulta absurdo sintetizar el zeitgeist pictórico de un continente entero -si es que de entrada lo hay- en tres solitarias almas, sino que, además, nos encontramos con que casi todos los artistas tercermundistas seleccionados no viven ni producen, y ni han sido educados, en la región que supuestamente representan sino en lugares poco menos excéntricos- digamos Nueva York y Londres- con lo cual queda en entredicho la legitimidad de la representatividad mundial pretendida. (Los curadores invitados no ignoran esta ironía en sus ensayos de catálogo).

2) Las responsables del voluminoso contingente mexicano, Rita Eder y Silvia Pandolfi, sin preocuparse mayormente por desarrollar una posición curatorial discursiva, simplemente eligieron a los artistas que en su opinión representarían más dignamente al país. Y mientras la considerable presencia del medio local queda lujosamente desprovista de soporte teórico, cada uno de los curadores internacionales intenta, sin mucho éxito, consolidar una postura complejamente conceptualizada ante la limitante de sólo recurrir a tres artistas y demasiado pocas piezas. No queda claro si este Salón Internacional de Pintura pretende ser un mero escaparate de artistas, o bien una magra degustación de posturas curatoriales. Sea como sea, ninguna de estas opciones tiene mucho por ofrecer.

3) De antemano se decidió que Cinco continentes… abordaría el tema de la pintura, cosa delicada cuando intentamos medirnos con los megaeventos internacionales del arte contemporáneo, cuyos realizadores por lo general tienen en su apreciación a la pintura como una disciplina moribunda e incapaz de ilustrar discursos crítico-culturales. Baste con mencionarse el número de pintores incluidos entre la centena de artistas representados en la Documenta pasada: tres. Un inteligentemente logrado proyecto de pintura contemporánea sería de extraordinaria pertinencia precisamente por la reticencia de tantos hacia dicho asunto. Pero Palau pide peras al olmo cuando contrata a curadores como Yu Yeon Kim, Gerardo Mosquera y Okwi Enwezor, quienes en su desempeño de los últimos años, por reconocido que sea, han demostrado indiferencia, suspicacia y hasta desdén por la pintura contemporánea. De aquí se deriva que Cinco continentes… se jacte de incluir video, animaciones, fotografía, arte objeto, bordado, instalación y computadoras so pretexto de expandir los agotados parámetros de la pintura.

Con todo lo anterior, si algo propone Cinco continentes… es la imposibilidad de atenerse hoy día al pigmento y al pincel para expresar algo artísticamente valioso. Esta sentencia se deriva, principalmente, del cliché vanguardista que calcula la relevancia de una obra en la medida en que rebasa los parámetros de su género o de su condición como arte. Para aplicar este dictamen a la pintura habrá que padecer de alguna discapacidad congénita que impide apreciar la pintura como instrumento expresivo acorde a su especificidad matérica. Y ya que la potencialidad de la pintura involucra intrínsecamente a sus restricciones materiales (pues son precisamente estas restricciones las que rigen el proceso de pintar, y las que nos permiten medir a contrapeso sus logros), el procurar la “superación” de los parámetros limitantes propios de la pintura es procurar la obliteración de su sentido.

Al presentarnos como “pintura” una instalación, un video o una fotografía, las quiméricas propuestas que presumen conciliar la pintura con el vanguardismo ensimismado de Cinco continentes… recurren a argumentos como el que sostiene que pintar es cuestión de asumir una “actitud pictórica”, atendiendo a calidades pictóricas en la obra resultante. Obviamente esta lógica se desentiende del hecho que la instalación, el video y la fotografía manejan desde siempre calidades pictóricas sin tener por ello que denominárseles “pintura”. También es común la pseudo-justificación de que la obra trata a la pintura desde una perspectiva crítica, por lo que se abstiene de utilizar los procesos tradicionales. Aquí cabe recordar que comentar sobre vino no equivale a tomarlo, pensar en sexo no equivale a tenerlo y aludir a la pintura no equivale a pintar.

Muy a pesar de todos los esfuerzos por enriquecer nuestra apreciación de la pintura, en este salón el acelere culminó en desenfreno. Esperemos que el salón del próximo año pinte mejor.