Historia de la cándida Claudia…

(02-Oct-1996).-
“A ver muchachos, ¿por qué es importante el arte?”, lanza Claudia la pregunta. No, no estamos en un taller de manualidades de secundaria y Claudia no es la maestra, por más que su juventud, su porte y su tono casual sugieren que Claudia la haría bien en alguna exclusiva escuela activa de Las Lomas. Micrófono en mano, Claudia baja del podio en busca de las opiniones del público. Claudia las resume segura: “La vida sin arte se deshumaniza”. “El arte es la más elevada expresión de un pueblo”. No, no estamos en un estudio de televisión y Claudia no es la animadora del “chow”. Estamos en un moderno y bien equipado auditorio, en la sesión final del Quinto Foro Internacional de Teoría de Arte Contemporáneo (FITAC), evento simultáneo a Expoarte ’96. Claudia es la primera ponente de la mesa titulada “Dinero alternativo” y pretende enseñarnos a encontrar financiamiento para proyectos artísticos. El público está integrado por artistas que exponen con las galerías participantes, críticos, curadores, y funcionarios culturales provenientes de Europa, Estados Unidos y Sudamérica. Entre ellos se encuentran, por ejemplo, Aline Pujo, curadora del Museo de Arte Moderno de París; Thomas D. Reese, director del Instituto Getty para la Investigación de la Historia del Arte y las Humanidades; Manuel E. González, director de la colección del Chase Manhattan Bank. Sin notar el absurdo de recomendarle aspirinas a neurocirujanos, pues apenas llegó a Guadalajara la noche anterior, Claudia continúa, y continúa, y continúa… Los que hemos pasado ya dos jornadas atendiendo charlas como “regresando a la zona prohibida”, “estrategia de deformación y transformación en el arte contemporáneo” y “generosidad sediciosa (dásela-dásela-dásela)” volteamos a vernos unos a otros y nos pellizcamos mutuamente para comprobar que no estamos en un sueño campechano.

El capítulo “Claudia en FITAC” enriquece la bitácora de necedades del medio del arte en México, pero además merece especial mención porque las condiciones que la provocaron son emblemáticas del país. Claudia Madrazo fue invitada a hablar en FITAC por ser fundadora y directora de “La Vaca Independiente, A. C.”, una organización privada que apoya proyectos relacionados con el arte, como programas para la educación artística de niños discapacitados y la publicación de la edición de “luxe” de los diarios de Frida. Los lectores del Hola reconocerán a Claudia gracias a sus lazos con Roberto Hernández, CEO del grupo Banamex, cuya bondad filantrópica hace posible que Claudia cuente con todos los apoyos para sus actos de beneficencia estética, incluyendo el jet que al parecer la esperaba para regresar a la capital. Podemos comprender que Claudia se haya apresurado a salir del foro sin esperar a la ronda de preguntas y respuestas, pues es sabido que los parquímetros en pistas de aterrizaje son más caros que los de la Zona Rosa, y no quisiéramos que tales gastos llegaran a privar de sustento espiritual a niños ya de por sí carentes de sustento alimenticio.

Después de Claudia, Sabine Breitwieser habló sobre el espacio que ella dirige en Viena, la EA-General Foundation, el cual también depende de financiamiento privado. Esta fundación cuenta con un excelente espacio de exhibición de mil metros cuadrados y un admirable programa de adquisiciones y proyectos de corte ultravanguardista. Es una pena que Claudia no haya estado presente para ver que a la gente se le convence de la “importancia” del arte con arte, y no con discursos terapéuticos. A lo mejor Claudia se hubiese dado cuenta de qué es lo que el arte en México necesita de ella y de sus bien intencionados amigos.

Pero así como Claudia parece cegada por su idea acaramelada de “Arte”, los directores y curadores de los pocos espacios institucionales de arte contemporáneo en México parecen tener terror de que sus concepciones del arte no concuerden con lo que sucede en el mundo, pues ninguno de ellos asistió a FITAC. No estuvo nadie del Museo de Arte Moderno, del Carrillo Gil, del Tamayo, del Centro Cultural Arte Contemporáneo, de X-Teresa, de MARCO, ni de MACO. Un evento como FITAC es importante no sólo por los asuntos tratados en las ponencias, sino por el convivio entre los participantes, el intercambio de experiencias e ideas, las sugerencias mutuas, las concertaciones de proyectos… Las instituciones del arte del país no quieren abrir ni sus ojos ni sus oídos. No debemos sorprendernos entonces de lo que surge cuando deciden abrir la boca. Lo peor del caso es que en esto todos los relacionados con el arte contemporáneo salimos perdiendo, y por consiguiente, el público en general también.