El ABC del expresionismo abstracto

(16-Oct-1996).-
“Pintura estadounidense, expresionismo abstracto”. Centro Cultural Arte Contemporáneo. Hasta el 12 de enero de 1997.

El impresionante grupo de 118 pinturas que Robert Littman ha logrado reunir para festejar el décimo aniversario del CCAC ofrece una oportunidad única en México para presenciar uno de los momentos seminales en el arte del siglo XX: la consolidación de la pintura norteamericana entre 1945 y 1960. No caben pretextos para perderse esta exposición.

Pero ya que los reporteros se encargarán de festejar a todo vapor el acontecimiento (y asumiendo la visión exigente promovida en esta columna) haré algunas observaciones críticas recomendables para poder apreciar mejor los lienzos.

a) La exposición pretende enfocar el movimiento del expresionismo abstracto, e incluye a 47 pintores que uno podría asociar con ese movimiento de acuerdo con el planteamiento curatorial. Aun cuando entre estos artistas hubo un gusto más o menos compartido por los grandes formatos, los espacios planos, la pincelada exagerada y los colores intensos, el montaje del CCAC desatiende las pugnas entre corrientes que se gestaban simultáneamente en Estados Unidos. “La escuela de Nueva York”, como suele reconocerse a los “auténticos” expresionistas abstractos (Rothko, De Kooning, Pollock, Kline, Gorky, Still), acaparaba la atención del mundo del arte, apoyada por un mercado trasladado a Nueva York y por el aparato propagandístico de un gobierno estadounidense afanado en afirmar a su país como el centro de la cultura occidental.

Estéticas similares en apariencia, pero no en trasfondo, eran cultivadas por el aguerrido anti-expresionista Ad Reinhardt, por una escuela paisajista en Nueva Inglaterra (de la cual aquí se muestra a Fairfield Porter), por la Nueva Figuración de San Francisco (que aquí incluye a David Park y Richard Diebenkorn) y por los orientalistas de la costa del Pacífico, como Mark Tobey y Sam Francis.

Las libertades tomadas para encuadrar a toda la pintura estadounidense de entonces bajo el rubro “expresionismo abstracto”, se acentúan en la sección dedicada a la “segunda generación”. Efectivamente, durante los 50 fueron impulsados pintores como Norman Bluhm y Alfred Leslie, quienes habían asimilado y amanierado las estrategias pictóricas de la escuela de Nueva York para el consumo del creciente mercado de arte moderno. Pero el CCAC incluye también obra temprana de artistas que finalmente no se caracterizan por su afiliación al expresionismo abstracto, sobresalen el hiperrealista Phillip Pearlstein y el hard- edger Al Held.

Todavía más extraña es la inclusión de artistas fervientemente contrarios a la filosofía expresionismo abstracta, en particular Jasper Johns y Robert Rauschenberg, del movimiento pop, y Frank Stella y Morris Louis, de la nueva abstracción. (Afortunadamente, el Grey Target de Johns, visto rodeado de tanto expresionismo afectado, resulta tan refrescante como lo fue cuando por primera vez se exhibió en 1958).

b) La muestra en el CCAC está colgada “por artista”. Ya que la selección de obra de cada uno es limitada y no se mantiene un patrón regular en cuanto a la época de producción de las piezas, no se alcanza a ilustrar el devenir simultáneo del movimiento. Tal vez hubiera sido más sensato presentar las piezas cronológicamente desde los orígenes del movimiento hasta su ocaso, y así el incluir las tendencias alternas al expresionismo abstracto serviría para contextualizarlo. Para orientarse mejor, es recomendable echar un vistazo a los ensayos ya clásicos de Clement Greenberg, Meyer Shapiro y Harold Rosemberg, incluidos en el catálogo de la muestra.

c) Desatendiendo a la curaduría, uno podría disfrutar de los numerosos excelentes cuadros. Sin embargo, la iluminación del CCAC es tenue y dispareja; las sutiles pinturas negras de Reinhardt se pierden totalmente, los campos de color en Rothko y Newman se ven manchados y, en general, la obra parece como si requiriera pilas nuevas. Además es particularmente erróneo, en este caso, dirigir la luz exclusivamente a los lienzos mientras el resto de las paredes y las salas quedan en penumbra, pues una de las innovaciones de los expresionistas abstractos fue precisamente el desechar por completo la metáfora del cuadro como ventana con vista a un espacio virtual; para ellos, sus lienzos debían percibirse como objetos a los cuales se habían infundido cualidades emotivas, como objetos que, al fin, habitan el espacio real. Por lo mismo, estos pintores minimizaban sus marcos o bien los eliminaban por completo. Y por lo mismo, todos los museos prestigiados del mundo exhiben esta obra en salas uniformemente iluminadas.

Después del gran esfuerzo por reunir las piezas, sería una lástima que CCAC no duplicara el número de lámparas y las distribuyera mejor. Aún hay tiempo para salvar la fiesta.